Pasando agosto

Queda poco, casi nada, para pasar agosto. Los abuelitos están felices y muchos están con la pila ultra recargada. Tanto, que varias parejas octogenarias protagonizaron un altercado el fin de semana reclamando en una fiesta pagada. Los veteranos no entendían porqué ponían música de sus nietos, hasta que les explicaron que las fiestas de los ochenta aluden a la década y no a la gente que tiene esa edad.

Vamos a tener que acostumbrarnos a escenas así, ahora que todo pasa más tarde.

Antes, la movida era salir de la casa de los papás lo antes posible. Ahora, hay que pecharles todo lo que se pueda. O sea, los hijos dependientes de los padres son más viejos que antes. Hay treintones que incluso siguen recibiendo mesada y eso que muchos son subgerentes de algo. De hecho, así piensan financiarse las entradas para Soda Stereo y The Police.

Con la cirugía estética, la ley de la lagartija se está haciendo cada vez más universal. Las señora se liberan finalmente de los hijos, ya no tienen en qué gastar plata y se van a sacar de encima toda la grasa y las arrugas que les dejó la maravillosa aventura de criar y educar cabros chicos reggaetoneros, pelolais, emos y pokemones.

Y el caballero recibe de vuelta a la señora recauchada con el mástil en alto gracias al viagra. Hemos pasado del viejo verde a “el viejo muerde”. Cecilia Bolocco fue una visionaria al apostar por la tercera edad. Camiroaga se consagró pasados los 40. Raquel Argandoña se va a quedar en la tele hasta el 2025 por lo menos.

¿Quién dijo que los viejos eran discriminados?