SPAM

En estados Unidos cayó el rey del spam. Si él fue el que me mandó todos esos correos preguntándome si me sentía seguro con el tamaño de mi pene u ofertándome cajas de viagra y cialis, me parece que el hombre debe cumplir un castigo ejemplar.

Si el fue el autor del mail que avisaba lo que supuestamente hacían las ratas en las latas de bebida o de la gente que estallaba por tener su celular prendido en las combas de bencina, si él inventaba esas historia de niños perdidos, si ideó las cadenas que advertían sobre todas las formas en que podías pincharte casualmente con una jeringa infectada con Sida, espero que la jeringa le toque a él.

No, bueno, en realidad no es para tanto. Sólo que trogloditas así hacen que a uno se le olvide el estado de derecho. No me importa tanto el supuesto tiempo que uno pierde con esos mails, ni los virus que puedan contener. Para eso, a estas alturas uno ya sabe bien qué abrir y qué no. Y borrar mails no quita en realidad tanto tiempo si uno espera que se junten varios y los elimina en bloque. La gente que se queja del tiempo que pierde con el spam es más que nada gente floja que encontró una buena excusa, lo que en sí mismo tampoco es repudiable.

Lo que sí amerita el castigo para quienes envían spam es la cantidad de tonteras que uno tiene que leer. Lo terrible de los mails que te ofrecen ser millonario en el instante gracias a una herencia que nadie ha cobrado no es su potencial de daño informático. Lo terrible es que eso no es cierto. La gente que te lo recuerda cada vez que abres el outlook en la oficina merece una sesión fotográfica con Angel Mora.

Lo del Viagra, también es un insulto, porque si alguien lo necesita, no va a esperar que le llegue por la aduana si lo puede comprar en la farmacia más cercana. Y sobre lo del pene todos sabemos que el tamaño no importa, salvo cuando a ellas les importa y eso no se puede saber. Si es así, en todo caso, se soluciona cambiando de pareja. Es mucho menos molesto y humillante que responder un SPAM.