La expansión urbana como sistema de restricciones en el subtexto de la performance de una diva

Mucha razón tiene La Cuarta al titular en su edición de hoy “la Chechi es de verdad”. Mientras la gente que tanto encumbró a Bolocco ahora evita el bulto del tema real hablando sobre la privacidad y sus límites, el diario popular hizo gala de sabiduría.

Bolocco finalmente atina con algo y ha dado una gran pelea por la defensa del placer en los espacios abiertos. Porque de verdad se pasaría de tonta si creyera que su privacidad estaba a resguardo en una terraza que da al mar y enfrenta un parque o algo así. Una cosa es leer a Coelho, creerle y encontrarlo bueno. Otra, no cachar el riesgo de exposición al andarse frotando en una terraza.

Como no puede ser tan mermelada, Bolocco seguramente aprovechó la atención que generarían sus fotos para dar una pelea por la intimidad perdida del mundo moderno. Como John Lennon y Yoko Ono en la cama por la paz mundial, ella y el señor Marrasquino se la jugaron por el resto de nosotros.

Porque es un poco triste que cada vez sea menos la gente que puede hacer lo que quiera en su patio o su terraza. Hoy, en nuestras ciudades, la señora Paz Froimovich y el señor Almagro nos obligan a guardar la compostura. Ya no se puede poner uno cariñoso con la pareja en su propio pasto, las fiestas ya no pueden terminar con todos los invitados con las presas al aire en la piscina.

Aparte de asegurarse de que todo el mundo la encuentra regia a sus 42 años y de confirmar la persistencia de un Edipo que la lleva irremediablemente a retozar con hombres mayores, Bolocco ha llamado la atención sobre una de las paradojas del mundo moderno. Somos cada vez más libres, pero la cercanía del otro, la mirada de los vecinos, nos hace también más prisioneros.

Qué gran artista conceptual, toda una diva de la performance. No importa que la despidan de Canal 13, ella tiene pega asegurada en el MAC o la Perrera. Llamen a Vicente Ruiz. Tiembla Yoko Ono. Bolocco va por ti.