Wednesday, May 16, 2007

Nobleza obliga

Como para revolver un poco más las cosas, ahora resulta que sí va la idea de tener un zar del transporte en Santiago.

La presidenta Bachelet anuncia que el poryecto que crea esta figura va mañana al parlamento. Lo curioso es que se supone que ella había desechado la idea cuando nombró a René Cortazar en reemplazo del guerrero Espejo en el ministerio de transportes.

Pero bueno, parece que cuando las cosas no funcionan civilizadamente, hay que recurrir a viejas figuras de la aristocracia, como los zares. Ojalá que este zar no corra la misma suerte que los Romanov, que tuvieron que abdicar ante la irrupción de los bolcheviques, palabra que en ruso quiere decir "turba descontenta por el mal funcionamiento de trenes subterráneos y otros medios de transporte colectivo".

Después de todas las cabezas que rodaron en la revolución francesa, la nobleza sigue haciéndose sentir. Mientras la presidenta trata de hacerse ver y escuchar, todos los ojos y oídos están puestos en las andanzas de Cecilia primera, la reina desnuda.

La aristocracia se impone en el comercio con el rey del mote con huesillos, el palacio de las gomas, el castillo del juguete y otros monarcas y residencias nobiliarias.

Nunca hemos tenido reyes, pero sí varia gente tentada de serlo, desde los padres de la independencia hasta, según dicen, el presidente famoso por su dedo y su afición a los jarrones, pasando por los Portales, los Alessandri y otros militares en retiro en el más allá cuya nombre mejor nos ahorramos mencionar.

Hubiese sido tal vez bueno tener una monarquía parlamentaria como la que hay en países tan cool como Suecia, Inglaterra y Noruega. Pero bueno, nos toca lo que nos toca. Y como decían en Rusia, Dios salve al zar. Porque puede necesitarlo.

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