Tráiganme el guatero
Por muy despejados que sigan estando los días, el frío ya está aquí. Para los que creen que el calentamiento global los salva por las noches, no viene mal recordarles que se aseguren de que el pijama no les deje al descubierto partes de la cintura por donde se cuele la helada nocturna.
Hay que ir desempolvando las frazadas eléctricas, las patatillas y los guateros. Podrán ser feos los guateros, pero se siguen usando. Puede ser porque se mantiene calientes un buen rato y no roncan, porque no tienen mañas para dormir ni piden el control remoto o cualquier otra razón, el caso es que siguen siendo la pareja ideal de muchos para irse a dormir.
En el guatero, lo mejor es el clasicismo. Hay que elegir siempre el de goma, no arriesgarse con los de plásticos, que corren el riesgo de quemarse ni andar innovando con diseños caprichosos, que el guatero no está para ser expuesto ni para andar seduciendo.
Los guateros son parte de la intimidad, el consuelo caluroso de una noche donde la temperatura no puede subir sola, la resignación de los solteros friolentos y la aceptación de que no todos los días son e revolcón en los matrimonios.
La estética del frío está un poco reñida con la vida sexual. Entre los guateros, la parte de arriba de los pijamas metidas en los pantalones, patatillas y pantuflas poco sentadoras, calcetines e incluso buzos con patitas, como que uno pierde libido para ganar algo de temperatura.
Pero está bueno también darnos una tregua en el mundo sobreestetizado en que estamos viviendo. Vernos feos pero calentitos tampoco es tan terrible. Además, no viviremos en el engaño de seguir siendo feos pero creer que matamos porque nos vestimos como los que son guapos de verdad. Será una breve hibernación. La vanidad estará de vacaciones hasta la primavera. O hasta que todos tengamos calefacción central.
Hay que ir desempolvando las frazadas eléctricas, las patatillas y los guateros. Podrán ser feos los guateros, pero se siguen usando. Puede ser porque se mantiene calientes un buen rato y no roncan, porque no tienen mañas para dormir ni piden el control remoto o cualquier otra razón, el caso es que siguen siendo la pareja ideal de muchos para irse a dormir.
En el guatero, lo mejor es el clasicismo. Hay que elegir siempre el de goma, no arriesgarse con los de plásticos, que corren el riesgo de quemarse ni andar innovando con diseños caprichosos, que el guatero no está para ser expuesto ni para andar seduciendo.
Los guateros son parte de la intimidad, el consuelo caluroso de una noche donde la temperatura no puede subir sola, la resignación de los solteros friolentos y la aceptación de que no todos los días son e revolcón en los matrimonios.
La estética del frío está un poco reñida con la vida sexual. Entre los guateros, la parte de arriba de los pijamas metidas en los pantalones, patatillas y pantuflas poco sentadoras, calcetines e incluso buzos con patitas, como que uno pierde libido para ganar algo de temperatura.
Pero está bueno también darnos una tregua en el mundo sobreestetizado en que estamos viviendo. Vernos feos pero calentitos tampoco es tan terrible. Además, no viviremos en el engaño de seguir siendo feos pero creer que matamos porque nos vestimos como los que son guapos de verdad. Será una breve hibernación. La vanidad estará de vacaciones hasta la primavera. O hasta que todos tengamos calefacción central.
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