Un poquito más duro
No importa lo que diga Chávez. No haya nada de insulso en el ex ministro Insulza, el Antonio Varas del siglo 21. Llegó desde Washington por unos días y ya está poniéndole algo de condimento a la política nacional con su voz gutural, algo gruñona y poco modulada.
Insulza tiene esa cosa media bruta que les gusta a algunas minas, con una calva que más que nada aporta al efecto general de hombre alfa de la política. Porque con el metrosexual de Velasco, el chascón Navarro, los merengues de la UDI y la DC, probablemente la carencia de testosterona esté afectando a la política chilena.
Para qué decir una vez más aquello del apego chileno a la figura autoritaria. Insulza es eso mismo. Todos lo reconocen como hombre avispado e inteligente, pero más que nada su tosquedad, su seguridad en sí mismo y esa mezcla de malicia con mal genio con que habla en público lo que subyuga a la opinión pública.
Insulza es la contracara perfecta del estilo femenino y contenedor que se suponía que había llegado al poder para quedarse. A él no le habrían venido con la marcha de los pingüinos, los micreros de Transantiago le habrían inventado micros para sacar más a la calle, ningún volcán sumergido haría tambalear siquiera un centímetro cuadrado de la superficie de Aisén.
Insulza llega y se pone a sí mismo un plazo para hablar de si le interesa o no ser candidato presidencial. Se vacila a la UDI y le aclara que él habla de asuntos internos cuando quiere. Es el dueño del perro y lo sabe. Lo ha paseado ya por tantos años que se siente su dueño natural.
Insulza... Nos asusta, pero nos gusta.
Insulza tiene esa cosa media bruta que les gusta a algunas minas, con una calva que más que nada aporta al efecto general de hombre alfa de la política. Porque con el metrosexual de Velasco, el chascón Navarro, los merengues de la UDI y la DC, probablemente la carencia de testosterona esté afectando a la política chilena.
Para qué decir una vez más aquello del apego chileno a la figura autoritaria. Insulza es eso mismo. Todos lo reconocen como hombre avispado e inteligente, pero más que nada su tosquedad, su seguridad en sí mismo y esa mezcla de malicia con mal genio con que habla en público lo que subyuga a la opinión pública.
Insulza es la contracara perfecta del estilo femenino y contenedor que se suponía que había llegado al poder para quedarse. A él no le habrían venido con la marcha de los pingüinos, los micreros de Transantiago le habrían inventado micros para sacar más a la calle, ningún volcán sumergido haría tambalear siquiera un centímetro cuadrado de la superficie de Aisén.
Insulza llega y se pone a sí mismo un plazo para hablar de si le interesa o no ser candidato presidencial. Se vacila a la UDI y le aclara que él habla de asuntos internos cuando quiere. Es el dueño del perro y lo sabe. Lo ha paseado ya por tantos años que se siente su dueño natural.
Insulza... Nos asusta, pero nos gusta.
0 Comments:
Post a Comment
<< Home