Deep Purple, Mary Poppins y el deshollinador
Quizás una de las razones que explican por qué a tanta gente en Chile le gusta Deep Purple o “Dip Péiper”, como se le ha bautiado cariñosamente a la banda, es que muchos se sienten identificados con su tema “Smoke on the water”, que en realidad se convierte en “smog on the water”.
Smog en el water, o sea, el aire está sucio y además está la cagá. Si Pedro de Valdivia hubiera militado en la Concertación, la oposición diría que el conquistador español hacía gala de su doctorado en improvisación al fundar Santiago en este valle encajonado que atrapa las emanaciones contaminantes del desarrollo.
Valdivia, por su parte, retrucaría que ha instruido a sus subordinados y alarifes a tomar medidas concretas para remediar la situación, que la gente no se merece esta calidad de vida. “Quiero ser franco con los chilenos y chilenas”, diría, “aquí las cosas no se han hecho bien. Mi instinto me decía que fundara Santiago por San Felipe, pero el alarife Gamboa me dijo que este valle tenía súper buena ventilación”.
Inés de Suárez diría que “esto no da para más” y Lautaro llevaría a toda la garra blanca a protestar al congreso.
El smog también prueba que no por nada hablamos de clases altas y bajas. La clase alta vive arriba, donde no se acumula tanta cochinada para respirar. La clase baja está con todo el smog aconchado, lista para bailar en las escenas del deshollinador que parece que se agarraba a Mary Poppins, conocida acá en una versión más coloquial y callejera como Mary Potins.
Algunos quisieran que la presidenta, como Mary Poppins, agarre su paraguas y se vaya volando. Otros, que la dejen cuidar al país como la nana inglesa cuidaba a los niños de la película. Lo que sí es que ya nadie quiere seguir respirando lo mismo que el deshollinador.
Smog en el water, o sea, el aire está sucio y además está la cagá. Si Pedro de Valdivia hubiera militado en la Concertación, la oposición diría que el conquistador español hacía gala de su doctorado en improvisación al fundar Santiago en este valle encajonado que atrapa las emanaciones contaminantes del desarrollo.
Valdivia, por su parte, retrucaría que ha instruido a sus subordinados y alarifes a tomar medidas concretas para remediar la situación, que la gente no se merece esta calidad de vida. “Quiero ser franco con los chilenos y chilenas”, diría, “aquí las cosas no se han hecho bien. Mi instinto me decía que fundara Santiago por San Felipe, pero el alarife Gamboa me dijo que este valle tenía súper buena ventilación”.
Inés de Suárez diría que “esto no da para más” y Lautaro llevaría a toda la garra blanca a protestar al congreso.
El smog también prueba que no por nada hablamos de clases altas y bajas. La clase alta vive arriba, donde no se acumula tanta cochinada para respirar. La clase baja está con todo el smog aconchado, lista para bailar en las escenas del deshollinador que parece que se agarraba a Mary Poppins, conocida acá en una versión más coloquial y callejera como Mary Potins.
Algunos quisieran que la presidenta, como Mary Poppins, agarre su paraguas y se vaya volando. Otros, que la dejen cuidar al país como la nana inglesa cuidaba a los niños de la película. Lo que sí es que ya nadie quiere seguir respirando lo mismo que el deshollinador.
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