Thursday, May 31, 2007

No más transparencia, por favor

Luego de ser descuartizada y vendida en La Vega, como dijo ella, Cecilia Bolocco, junta sus pedacitos y baraja nuevos planes para su futuro.

Ahora tendría en la mira a Hugo Chávez. Desde que era Miss Universo, con su visita a La Moneda en 1987, se sabía que le gustaban los uniformes. Debe ser por su vocación de diseñadora de vestuario. Porque de Chávez se puede pensar lo que uno quiera, pero no se puede desconocer que su boina color berry es completamente vanguardista. Acuérdense cuando las copie Louis Vuitton y cobre trescientas lucas por cada una.

Se supone que Bolocco había recibido desde Venezuela ofertas de un canal de televisión de oposición, pero como ya no quedan, se pasaría de una al bando gobiernista. El único problema es que Chávez no le parece suficientemente mayor.

Si acá critican a la presidenta por confiar en los argentinos, qué se puede esperar de un país gobernado durante una década por un señor que tanto confió en cierta chilena. Ahora, a la misma mujer, nuestros senadores la consideran una víctima. Puede que sea cierto. Ahora los famosos no pueden estrellar su auto contra el muro de una casa sin que se sepa y los jugadores de fútbol no pueden agarrarse a cornetes en una disco sin que los echen del equipo.

Qué añoranza aquellos años turbios donde todo se mantenía oculto, cuando Italo Passalaqua tenía de pareja a un seleccionado de fútbol y nadie se enteraba. Además, como nadie se enteraba, a nadie le importaba.

Son mucho más entretenidos los mitos urbanos como el del rostro televisivo al que le encontraron un preservativo en el estómago que las historias reales que se ventilan hoy durante todo el día. Tanta ventolera no deja nada al final.

Hoy sabemos más de lo que queremos de la vida de mucha gente, no necesitamos tanta sordidez privada, ni asomarnos tanto a las terrazas de la gente ni tanta desnudez, incluya o no rollos y sobrepeso. Sabemos bien poco de la vida de otros que tienen más poder y toman decisiones que nos afectan a todos. El modisto se equivocó. La transparencia está mal puesta.

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