Donaciones presidenciales
Como ya sabe gran parte del país, el gobierno tiene todos los años, una caja chica de como dos mil millones de dólares. Con esta plata se subvenciona a organizaciones científicas, culturales, sociales y religiosas. Más interesante que la lista de los que han recibido parte de estos fondos, es la nómina de las organizaciones que los han pedido sin obtenerlos.
En los registros figura la solicitud de la Agrupación de Amigos de José Miguel Insulza de fondos para financiar un curso completo y a fondo de inteligencia emocional, complementado con gimnasio y el método de la dieta de la zona.
La asociación Capitán Planeta figura solicitando fondos para una beca en el Tibet con el fin de cursar estudios zen sobre humildad, autocrítica y resignación. La misma entidad presenta para su financiamiento un proyecto de reeducación en el diseño de sistemas de transporte público.
La ciudad deportiva Iván Zamorano solicita recursos para financiar una reprogramación de memoria de los santiaguinos, de tal modo que olviden ciertas campañas donde un ex futbolista anunciaba el cambio de todos los recorridos y llamaba a levantarse más temprano.
La Unión por la Diversidad Indígena recurre a las facultades discrecionales de la presidencia para costear un nuevo monumento a los pueblos originarios en la Plaza de Armas. Esta propuesta estuvo a punto de recibir el dinero, pero se negó a última hora luego de que surgieran sospechas al detectarse que la sigla Unión por la Diversidad Indígena se lee UDI y que el proyecto de monumento incluía un indígena sospechosamente calvo y con lentes.
Y el Grupo de Vecinos Pudientes de Peñalolén figura pidiendo fondos para poder dejar de una vez por todas esa comuna, alejarse de la nueva planta de gas propano, terminar con el hippeo y partir a La Dehesa, como siempre tuvo que ser.
En los registros figura la solicitud de la Agrupación de Amigos de José Miguel Insulza de fondos para financiar un curso completo y a fondo de inteligencia emocional, complementado con gimnasio y el método de la dieta de la zona.
La asociación Capitán Planeta figura solicitando fondos para una beca en el Tibet con el fin de cursar estudios zen sobre humildad, autocrítica y resignación. La misma entidad presenta para su financiamiento un proyecto de reeducación en el diseño de sistemas de transporte público.
La ciudad deportiva Iván Zamorano solicita recursos para financiar una reprogramación de memoria de los santiaguinos, de tal modo que olviden ciertas campañas donde un ex futbolista anunciaba el cambio de todos los recorridos y llamaba a levantarse más temprano.
La Unión por la Diversidad Indígena recurre a las facultades discrecionales de la presidencia para costear un nuevo monumento a los pueblos originarios en la Plaza de Armas. Esta propuesta estuvo a punto de recibir el dinero, pero se negó a última hora luego de que surgieran sospechas al detectarse que la sigla Unión por la Diversidad Indígena se lee UDI y que el proyecto de monumento incluía un indígena sospechosamente calvo y con lentes.
Y el Grupo de Vecinos Pudientes de Peñalolén figura pidiendo fondos para poder dejar de una vez por todas esa comuna, alejarse de la nueva planta de gas propano, terminar con el hippeo y partir a La Dehesa, como siempre tuvo que ser.
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