Wednesday, March 21, 2007

La moneda tiene dos caras

Mientras en las estaciones de metro se libra la guerra de los clones, los más cuestionados de Transantiago han salido de su reclusión a dar la cara.

El primero, Zamorano. La gente le quiere cortar el rostro después de que lo prestara para la campaña del sistema de transportes. Se habla incluso de movimientos a favor de dos de sus más enconados archienemigos, el entrenador Jorge Valdano y su novia fugitiva, Kena Larraín.

El pobre Bam Bam ya no sólo no encuentra explicación para su respiración, también le falta una razón para tanta agresión. Pero la razón es sencilla, la gente está terriblemente apestada porque no llega a la pega ni a la casa en buenas condiciones.

Aunque a Bam Bam, si uno se pone la mano en el corazón, hay que creerle que esté dolido y se sienta engañado. O sea, no vamos a andarle pidiendo al hombre que sea el más avezado ingeniero en transportes y hubiese detectado las pifias del tony de los buses antes de tiempo.

De todos modos, Iván tenía que salir a decir algo. Hay una ciudad deportiva que lleva su nombre y que, por problemas de imagen, puede ver decaer el número de sus clientes. Además, uno de los alimentadores de Las Condes incluye las palabras “ciudad deportiva” en su letrero, lo que significa que la empresa más visible de Zamorano es un punto de llegada y partida de un servicio de Transantiago. Es como para intranquilizarse si uno estuviera en sus goleadores o italianos zapatos.

Con todo, el pobre Iván parece más que nada víctima de las circunstancias. El que no puede andar haciéndose el inocente es el empresario Manuel Navarrete, dueño de cerca de un 40 por ciento de los buses de Transantiago.

Este hombre ha dicho hoy día “ya voy a cumplir con sacar todos los buses, entonces la culpa va a ser del gobierno”. Navarrete debe creer que eso es una amenaza, pero en realidad está asumiendo que no ha cumplido con sus compromisos. Eso es extraño en una persona que, cuando prometió que iba a bloquear Santiago con sus micros, lo cumplió.

Pero esta vez, Navarrete no ha puesto en las calles lo que ofreció. Es más, lo reconoce y ni siquiera pide disculpas a la gente que ha sufrido por su irresponsabilidad. Navarrete, viéndolo bien, se parece un poco a Roberto Gómez Bolaños, Chespirito.

A lo mejor, él piensa “es que no me tienen paciencia”. Tal vez nosotros no contábamos con su astucia. En todo caso, ya me dio cosa.

0 Comments:

Post a Comment

<< Home