Wednesday, March 14, 2007

¡A sacar programas del aire!

Discovery Channel informa hoy que postergó el estreno del documental El Sepulcro Olvidado de Jesús. Como dice el título, esta producción dirigida por James Cameron, se trata sobre el sepulcro de Jesús. Esto confirma un hilo conductor en la obra de Cameron, ya que Titanic se trataba sobre el Titanic y Alien, sobre un Alien.

La cosa es que Discovery está demostrando que la gente de TVN está a la vanguardia en los criterios de programación televisiva. Su acogida de las sugerencias de las cancillerías chilena y peruana para aplazar la transmisión de Epopeya, programa periodístico sobre la Guerra del Pacífico, seguramente inspiró a los ejecutivos de Discovery.

No es un misterio que el programa sobre la tumba de Cristo tenía saltona a la gente en el Vaticano. Incluso, su principal vocero arqueológico – que allá tienen voceros para todo- había salido a ningunear el descubrimiento desde el punto de vista científico. Gupos evangélicos estadounidenses también han anunciado querellas contra Discovery Channel.

Probablemente estamos ante el surgimiento de una nueva tendencia televisiva, el retiro de programas por presión de grupos de poder.

Tal vez no sea tan lejano el día en que las trabajadoras sexuales se declaren en huelga de brazos caídos, y también dejen caer otras partes de su cuerpo, para que Chilevisión no vuelva a hacer algo como lo de The Beautiful People con Anita Alvarado. También podría ser que, luego de envalentonarse en la manifestación 5025 en contra de Transantiago, los pobladores de Santiago logren que ese mismo canal deje de retratar sus barrios como centros exclusivos de violencia, crímenes y drogas.

Los rugbistas podrían dejar fuera del aire a Jorge Zabaleta si se pusieran de acuerdo para hacerle ver a la sociedad que un rugbista que se precie de tal sólo tratará bien en sus brazos a una pelota de rugby. Los cesantes podrían agruparse para sensibilizar sobre la verdadera tragedia que es quedarse en casa viendo matinales.

Y los claustrofóbicos podrían crear su propia asociación para pedir que los programas y reportajes de denuncia con que los periodistas sacian su sed de justicieros les den aún más miedo de salir a la calle.

Al canciller Foxley, por lo menos, le resultó.

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