Optimismo en el gobierno
Después de un fin de semana vapuleado por las encuestas de La Tercera y El Mercurio, el gobierno está sacando la voz, ya un poco más repuesto del mazazo.
La presidenta Bachelet, que estuvo hoy, vaya uno a saber por qué, en Puerto Natales para asistir a una ceremonia en el jardín infantil Copito de Nieve, dijo que ella gobierna por el bien del país y no le importa si le va mejor o peor.
Y, bueno, se nota.
Siguiendo con la veta optimista, el ministro del interior, Belisario Velasco, dice hoy que Transantiago va a causar estropicios en la vida de los santiaguinos por unos 90 días más. Si estuviéramos en los 90, seguro que Belisario ya habría infiltrado las empresas de Manuel Navarrete, con choferes de agentes encubiertos, en la más Scorsese y “Los infiltrados”. Dicen que Gustavo Graeff Marino, el director de Johnny Cien Pesos está pensando en una adaptación de esta película, ganadora del Oscar. Su título de trabajo sería “Los licitados”.
Otros en plan fatalista son los dirigentes de la Concertación, que andan pegándose los cuchillazos por la distancia que han tomado del gobierno. Dicen que Laura Soto también lamenta haberse distanciado tanto de los tribunales cuando la iban a formalizar en la causa de los Programas de Generación de Empleo.
Se comenta que en La Moneda y los distintos ministerios el ánimo tampoco anda de lo mejor. Los ministros de economía y hacienda, Ferreiro y Velasco, andan por los pasillos vaticinando el colapso de las AFP y las APV. Dicen que, finalmente, todo no sería más que un ardid de José Piñera para quedarse con los fondos de todos los chilenos y tener, por fin, más plata que su hermano Sebastián.
Y la ministra de energía y minería, Karen Poniachick, deambula despeinada y vociferando que no sólo los argentinos nos dejarán sin gas, sino que Venezuela nos dejará sin petróleo y que el cobre se irá a las pailas cuando pronto llegue un sustituto sintético que los bolivianos están desarrollando en secreto. De nada, agrega, servirá la planta nuclear de Lota proyectada en estricta reserva, porque un problema con los concesionarios creará una catástrofe como la de Chernobyl y hará desaparecer toda la octava región, que sería una solución definitiva a los problemas de Lota, pero tampoco es la idea.
El único que mantiene el espíritu alto es el ministro Lagos “beca presidente de la república” Weber. “El gobierno está tranquilo y todos tenemos instrucciones de la presidenta para buscar soluciones”, dijo. Lagos Weber también criticó el egoísmo y la estrechez de criterio de la oposición.
La presidenta Bachelet, que estuvo hoy, vaya uno a saber por qué, en Puerto Natales para asistir a una ceremonia en el jardín infantil Copito de Nieve, dijo que ella gobierna por el bien del país y no le importa si le va mejor o peor.
Y, bueno, se nota.
Siguiendo con la veta optimista, el ministro del interior, Belisario Velasco, dice hoy que Transantiago va a causar estropicios en la vida de los santiaguinos por unos 90 días más. Si estuviéramos en los 90, seguro que Belisario ya habría infiltrado las empresas de Manuel Navarrete, con choferes de agentes encubiertos, en la más Scorsese y “Los infiltrados”. Dicen que Gustavo Graeff Marino, el director de Johnny Cien Pesos está pensando en una adaptación de esta película, ganadora del Oscar. Su título de trabajo sería “Los licitados”.
Otros en plan fatalista son los dirigentes de la Concertación, que andan pegándose los cuchillazos por la distancia que han tomado del gobierno. Dicen que Laura Soto también lamenta haberse distanciado tanto de los tribunales cuando la iban a formalizar en la causa de los Programas de Generación de Empleo.
Se comenta que en La Moneda y los distintos ministerios el ánimo tampoco anda de lo mejor. Los ministros de economía y hacienda, Ferreiro y Velasco, andan por los pasillos vaticinando el colapso de las AFP y las APV. Dicen que, finalmente, todo no sería más que un ardid de José Piñera para quedarse con los fondos de todos los chilenos y tener, por fin, más plata que su hermano Sebastián.
Y la ministra de energía y minería, Karen Poniachick, deambula despeinada y vociferando que no sólo los argentinos nos dejarán sin gas, sino que Venezuela nos dejará sin petróleo y que el cobre se irá a las pailas cuando pronto llegue un sustituto sintético que los bolivianos están desarrollando en secreto. De nada, agrega, servirá la planta nuclear de Lota proyectada en estricta reserva, porque un problema con los concesionarios creará una catástrofe como la de Chernobyl y hará desaparecer toda la octava región, que sería una solución definitiva a los problemas de Lota, pero tampoco es la idea.
El único que mantiene el espíritu alto es el ministro Lagos “beca presidente de la república” Weber. “El gobierno está tranquilo y todos tenemos instrucciones de la presidenta para buscar soluciones”, dijo. Lagos Weber también criticó el egoísmo y la estrechez de criterio de la oposición.
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