Beautiful losers
La fiebre del bicentenario ya nos tiene completamente tomados.
Ayer vimos en horario prime la historia de un colorín rígido, terco y capaz de traicionar a sus más cercanos para mantener el poder y la certeza de sus convicciones. No era, claro, la vida de Adolfo Zaldívar, sino la de Bernardo O’Higgins.
Más adelante vendrá la historia de un personaje que se lanzó al abordaje aunque tenía todo en su contra. No es la vida del ministro espejo y su aventura en Transantiago, sino la de Arturo Prat.
Más adelante veremos a un presidente que quiso impulsar fuertes cambios sociales, pero que se suicidó mientras los más poderosos y adinerados le quitaban el poder al verse amenazados por sus reformas. No se trata de la vida de Salvador Allende, sino de José Manuel Balmaceda.
También viene la vida de un guerrillero temperamental y romántico de mucho éxito con las mujeres. Y no es Ricardo Palma Salamanca, sino Manuel Rodríguez.
El bicentenario y su faramalla, que amenaza con terminar hinchando una que otra pelota, servirá para recordarnos que en nuestra historia privada y personal abundan los guachos en busca de su padre, los héroes de las batallas que ya están perdidas y los románticos suicidas.
Ahora, no sabemos bien si sea algo para celebrar o para ponerse a llorar. Es un hecho que nuestra historian tiene más losers que winners y no hay mucho que hacer al respecto. Por algo será que los winners nos caen mal. Sobre todo cuando son winners con plata. Aunque ellos, tal vez, lo pasen mejor.
Ayer vimos en horario prime la historia de un colorín rígido, terco y capaz de traicionar a sus más cercanos para mantener el poder y la certeza de sus convicciones. No era, claro, la vida de Adolfo Zaldívar, sino la de Bernardo O’Higgins.
Más adelante vendrá la historia de un personaje que se lanzó al abordaje aunque tenía todo en su contra. No es la vida del ministro espejo y su aventura en Transantiago, sino la de Arturo Prat.
Más adelante veremos a un presidente que quiso impulsar fuertes cambios sociales, pero que se suicidó mientras los más poderosos y adinerados le quitaban el poder al verse amenazados por sus reformas. No se trata de la vida de Salvador Allende, sino de José Manuel Balmaceda.
También viene la vida de un guerrillero temperamental y romántico de mucho éxito con las mujeres. Y no es Ricardo Palma Salamanca, sino Manuel Rodríguez.
El bicentenario y su faramalla, que amenaza con terminar hinchando una que otra pelota, servirá para recordarnos que en nuestra historia privada y personal abundan los guachos en busca de su padre, los héroes de las batallas que ya están perdidas y los románticos suicidas.
Ahora, no sabemos bien si sea algo para celebrar o para ponerse a llorar. Es un hecho que nuestra historian tiene más losers que winners y no hay mucho que hacer al respecto. Por algo será que los winners nos caen mal. Sobre todo cuando son winners con plata. Aunque ellos, tal vez, lo pasen mejor.
3 Comments:
Y se fue Espejo, sin ser loser.
Es que en esos términos, no se puede trabajar. Nos gustan los winners, pero nos dan envidia, por eso nos caen mal.
Lo de la plata, lo empeora.
Fco.
Por lo menos, después de esto los vamos a conocer. Y quizás algún día sepamos qué pasó el 21 de mayo y el 18 de septiembre.
¡está de antología! me reí a gritos cuando lo escuché en la radio y ahora lo encontré escrito... Fortuño, no te mueras nunca.....
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