Como avión
Viajar en avión ya no es como antes.
Hace poco no más un grupo de pasajeros que iban de Santiago a Madrid se asustaron porque el piloto decidió aterrizar en Paraguay debido a la trizadura de u vidrio de la cabina debido al granizo. Para todos esos pasajeros, “la paraguaya”, adquirió otra connotación.
Esto de los vuelos económicos está cambiando muchas cosas a bordo de una aeronave. Para viajar cómodo en la clase turista cuando se mide más de un metro setenta, hay que ser un poco contorsionista. Antes, aunque los asientos pueden haber estado igual de pegados, al menos había copete a destajo en el avión y uno se dormía de puro curado, que para eso sirve emborracharse también.
Pero ahora o no hay copete, o parece que cura menos, porque tal vez lo rebajan con agua o si uno quiere un segundo trago, la azafata lo tramita más que compañía de seguros.
Y a la hora de la comida, ahora aparecen unas masas que se llaman sandwiches, con dos variantes, queso o jamón. De comida, te dan “ómelet”, que es como las azafatas, vaya uno a saber por qué, pronuncian omelette, y eso sería todo.
Un amigo que viajó en una línea barata me contó que una vez, durante una escala en un aeropuerto, se subió un tipo a cantar al avión. Y que después, cuando aterrizaron, recogieron las maletas directo de la máquina, como en los buses interprovinciales. A él no le molestó, porque se había ganado dos tarros de duraznos en conserva en el bingo que hicieron durante el vuelo.
Hace poco no más un grupo de pasajeros que iban de Santiago a Madrid se asustaron porque el piloto decidió aterrizar en Paraguay debido a la trizadura de u vidrio de la cabina debido al granizo. Para todos esos pasajeros, “la paraguaya”, adquirió otra connotación.
Esto de los vuelos económicos está cambiando muchas cosas a bordo de una aeronave. Para viajar cómodo en la clase turista cuando se mide más de un metro setenta, hay que ser un poco contorsionista. Antes, aunque los asientos pueden haber estado igual de pegados, al menos había copete a destajo en el avión y uno se dormía de puro curado, que para eso sirve emborracharse también.
Pero ahora o no hay copete, o parece que cura menos, porque tal vez lo rebajan con agua o si uno quiere un segundo trago, la azafata lo tramita más que compañía de seguros.
Y a la hora de la comida, ahora aparecen unas masas que se llaman sandwiches, con dos variantes, queso o jamón. De comida, te dan “ómelet”, que es como las azafatas, vaya uno a saber por qué, pronuncian omelette, y eso sería todo.
Un amigo que viajó en una línea barata me contó que una vez, durante una escala en un aeropuerto, se subió un tipo a cantar al avión. Y que después, cuando aterrizaron, recogieron las maletas directo de la máquina, como en los buses interprovinciales. A él no le molestó, porque se había ganado dos tarros de duraznos en conserva en el bingo que hicieron durante el vuelo.
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